Martí Batres Guadarrama
Objeciones de la Memoria
El Gráfico
18 de diciembre de 2009
Joaquín, el todopoderoso
Las últimas dos semanas, en prensa escrita, radio y televisión, una y otra vez, Joaquín López Dóriga me ha despedido de mi trabajo. Inició con: “El poderoso secretario de Desarrollo Social de Marcelo Ebrard ya se va”. Después corrió la especie de que sería sustituido por Clara Brugada. Más tarde pasó a un: “¡Se tiene que ir!”. El miércoles por la noche, en televisión, hasta le puso fecha. Y ayer en su columna escribió: “Antes del lunes, Martí Batres saldrá de la poderosa Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del Distrito Federal. Esa dependencia es clave, maneja todos los programas sociales y de asistencia y tiene un presupuesto de 12 mil millones, tres veces lo que maneja Iztapalapa…”
Lo que dice López Dóriga es falso, como ha sido todo lo que ha dicho en su ya larga persecución en mi contra a partir de 2006. No es cierto que en la Secretaría de Desarrollo Social estén todos los programas sociales. La Beca Prepa Sí está en la Secretaría de Educación; el Seguro de Desempleo, en la del Trabajo; el Programa de Apoyo a Pueblos Originarios, en la de Desarrollo Rural; el Fondo de Desarrollo Social está en la Secretaría de Desarrollo Económico; el programa de Medicamentos Gratuitos está en la de Salud. Los programas Niños Talento, Desayunos Escolares, Apoyo a Hijos de Madres Solteras, Educación Garantizada y Beca de Discapacidad, están en el DIF. Y este último está actualmente sectorizado en la jefatura de gobierno.
También es falso que la Secretaría de Desarrollo Social tenga un presupuesto de 12 mil millones de pesos. En el proyecto de Presupuesto de Egresos de 2010 apenas se le asignan alrededor de mil 300 millones de pesos.
Joaquín me corre una y otra vez, pero el nombramiento que cuelga de la pared de mi oficina desde el 5 de diciembre de 2006 no está firmado por él, sino por Marcelo Ebrard Casaubón.
Joaquín me corre, pero en la ley no aparece que los conductores de televisión tengan facultad para poner o quitar funcionarios de gobierno alguno.
Joaquín me corre alegando un debate interno de un partido al que no pertenece. En cambio yo sí soy del PRD y como presidente capitalino del mismo defendí y garanticé el derecho de Marcelo Ebrard a participar en una elección interna de la que querían sacarlo para que ni siquiera pudiera contender. Trabajé intensamente para contribuir en su triunfo en 2006. Soy parte del proyecto de izquierda en la ciudad. En cambio, Joaquín trabajó para otro, y lo sigue haciendo.
Desde Desarrollo Social laboramos día y noche, días hábiles, sábados, domingos, feriados y hasta en vacaciones, siempre en contacto con la población menos favorecida económicamente. Tal vez eso es lo que inquieta y pone nerviosa a una derecha intolerante y delirante que hoy me quiere sacar del gobierno de la ciudad.
Cierto, los encargos en la administración pública son temporales, las convicciones no. Y quien pone y quita, en este caso, no es un conductor de televisión, por más poderoso que sea o se crea.